¡Ya ha pasado un año! Es increíble la sensación de cómo vuela el tiempo, parece que fue ayer cuando esperaba que naciera mi pequeñín con una inmensa ilusión por conocerlo. El primer cumpleaños es un momento muy especial para todas las mamás pero puede traer sentimientos muy desencontrados.
El primer cumpleaños de mi bebé
Ha pasado un año desde el nacimiento de mi bebé, mi segundo bebé. Vivo estos días muchas emociones, muchas de ellas muy bonitas pero también algunas sensaciones de nostalgia que quiero compartir hoy con vosotras.
El primer año de un bebé es una montaña rusa, el nacimiento, el post parto, el acomodarse a los ritmos para que los ritmos vuelvan a cambiar y tengamos que acomodarnos nuevamente. Es cansancio, alegría, emociones diferentes. Son miles y miles de fotos, son momentos guardados en la retina, son ilusiones compartidas. El tiempo pasa muy deprisa pero este primer año es sin duda todo un mundo para nosotras.
Festejamos el cumpleaños con nuestra gente, con todos aquellos con los que compartimos este año y que nos hacen feliz en el día a día. Festejamos haber llegado hasta aquí, festejamos que nuestro bebé haya crecido, haya disfrutado, y se haga grande. Y si bien tenemos mucho por que festejar, también podemos encontrarnos con sentimientos más difíciles de digerir que podemos no llegar a entender y que nos llaman un poco la atención.
No todas las mamás pasamos por esto, ni vivimos el primer cumpleaños de la misma manera pero es bueno saber que alguien más se ha sentido así. Si en algún momento te ocurre, saber que no estás sola en esto es importante para seguir adelante.
La nostalgia y la tristeza de darnos cuenta de que se hace mayor
Así como recibimos el primer año de nuestro bebé con mucha alegría también podemos sentir momentos de nostalgia o tristeza, sobre todo cuando nos damos cuenta de que ha crecido, de que ya no es ese pequeño tan frágil que era hace unos pocos meses, de que ya camina por sí mismo o al menos se mueve solito, de que comienza a formar su carácter y temperamento, en definitiva de que ya no es ese bebé que necesita apego y contacto con mamá el 100% del tiempo.
Algunas mamás ya no le dan el pecho, otras se plantean dejar de hacerlo precisamente en este momento y otras que aún lo hacemos somos conscientes de que ya no es su fuente de alimentación principal y que es una forma de contacto o mimo que refuerza el vínculo pero que también tarde o temprano dejaremos de tener.
Es algo difícil de explicar porque no dejamos de estar felices pero sentimos que se nos escapa de las manos y que ya no volverá a ser bebé como lo fue hasta este momento. Supongo que nos pasará en todas las etapas; supongo que como mamás cuando veamos que ya no son niños y que comienzan a ser adolescentes nos volverá a pasar; supongo que pasará cuando se vayan de casa, cuando se casen o cuando nos conviertan en abuelas, pero ahora no se me ocurre pensar en ello, ahora sólo puedo pensar en que mi bebé ya no es tan bebé y que no volveré a tenerlo como lo he tenido todo este año.
La primera vez que sentí esto fue con mi primera hija, y debo deciros que incluso fue mucho peor. La había llamado “depresión post parto tardía”. Os confieso que me había cogido fuertísimo, que lo viví con mucha angustia y que me costaba mucho que me entendieran. Por eso quería compartirlo, porque sé que no soy la única que lo vive así y que cuando nos sentimos identificadas, mínimamente nos sentimos apoyadas.
Así que ya sabes, cuando llegue el primer año de tu bebé y sientas tristeza además de felicidad (si es que te pasa) sabrás que no estás sola, que es un sentimiento más de la maternidad, que no está mal asumirlo ni contarlo. Cuanto más podamos compartir nuestras tristezas, menos grandes se hacen y más fácilmente las superamos. Y por supuesto, como hemos repetido muchas veces, la culpa no cabe cuando hablamos de sentimientos, permítete también estar triste cuando tu bebé se haga mayor.