Cuando dar el pecho no es posible

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¿Y si no podemos amamantar?

Dentro de los temas que nos convocan en torno a la maternidad, una cuestión muy importante y de la cual no se suele hablar con franqueza es la de la situación que atraviesan aquellas madres que desean amamantar, pero por diversos motivos no pueden hacerlo. De hecho, el no poder dar el pecho es uno de los temores más típicos y frecuentes que aparecen durante el embarazo, y en ocasiones este temor se hace tan intenso cuanto más fuerte es el deseo por parte de la madre de hacerlo.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando lo temido se vuelve una realidad para esa madre? ¿Qué pasa con la mujer que quiere y no puede, con el sufrimiento que esto implica? ¿Cómo sobrellevar esta nueva realidad?

Actualmente son sabidos los amplios beneficios de la lactancia, no sólo en lo que respecta a la nutrición y a la salud física del bebé sino también en cuanto a la construcción del vínculo mamá-bebé, así como al favorecimiento de un apego seguro que sentará las bases del desarrollo psicoafectivo del niño. La madre que desea fervientemente dar el pecho a su hijo, que lo imagina desde el embarazo, que sueña con lograr ese momento de conexión e intimidad tan anhelado, tiene pleno conocimiento de estos beneficios y es por eso que ansía llevarlo a la práctica. En algunos casos, y por muy variados motivos (médicos, del contexto sanitario y/o social, accidentales), puede suceder que mamá y bebé no puedan iniciar la lactancia, o bien deban interrumpirla. Es esperable que esto genere angustia y desilusión en la nueva mamá, quien necesitará tiempo para aceptar, comprender y elaborar lo que está sucediendo. En este sentido, el asesoramiento profesional, el acompañamiento familiar y el aprendizaje de la nueva práctica de alimentación alternativa, son aspectos fundamentales a tener en cuenta.

Asesoramiento profesional: despeja todas las dudas sobre tu situación

Ante todo, resultará necesario que, en el momento en que se confirme que no puedes iniciar o continuar con la lactancia y debas recurrir a la alimentación con biberón, puedas despejar toda duda acerca de por qué esto es así, por qué la lactancia no podrá ser posible en tu caso. Para eso será muy importante:

1º La explicación: pide tiempo al médico o equipo para que te expliquen a ti y a tu pareja con total claridad el o los motivos que impiden el amamantamiento.

2º Despejar las dudas: Si bien puede ser un momento difícil de sobrellevar, es importante que preguntes tantas veces como sea necesario y que recibas toda la información y explicaciones pertinentes, hasta estar segura y sin dudas acerca de si algo más podría haberse hecho para intentar proseguir con la lactancia.

De no despejar estos interrogantes de tu pensamiento, puedes correr el riesgo de quedarte con la sensación de que podrías haber hecho el intento y que no entiendes por qué te han indicado lo contrario; de que han decidido por ti o sin tu consentimiento. Recuerda que los profesionales están para ayudarte y decidir contigo lo mejor para ti y para tu bebé.

Si no puedes amamantar es claro que lo mejor será la alimentación con biberón, pero debes darte el tiempo para comprender por qué esto es así. Será el primer paso para transitar esta nueva realidad con mayor comprensión, aceptación y tranquilidad.

El acompañamiento: no estás sola

Como sucede con muchos aspectos de la maternidad y la crianza, en ocasiones las opiniones y la reacción del entorno cercano (aún sin intención), intensifican el sentimiento de culpa de una mamá que no da el pecho a su bebé. Es allí cuando lo preferible (amamantar) se convierte en un mandato social (debes amamantar), y la mamá puede llegar a sentir que si no da el pecho no es una buena madre.  

Las personas estamos llenas de prejuicios, opiniones apresuradas, comentarios que generan culpa, dichos sin conocer esa historia en particular, sin saber, sin detenerse a preguntar…si cambiáramos ese mandato, ese sermón, por una pregunta a aquella mamá, un “¿cómo te sentís con eso?, “¿fue decisión tuya o tuviste alguna dificultad?”, ayudaríamos a comprendernos todos un poco más, a ponernos en el lugar del otro y a brindarle nuestro apoyo.

Es importante en este momento que te rodees de personas de tu confianza, con quienes puedas sentirte comprendida, no juzgada y acompañada. Intenta pedir aquello que necesitas de los demás (un abrazo, que te escuchen, que te contengan) y expresar tus sentimientos, dudas y temores. También puedes contar con ayuda profesional o asistir a grupos de apoyo para madres o parejas, si sientes que lo necesitas en estos primeros momentos.

La otra alternativa: dar el biberón también es dar amor

Más allá de que dar el pecho pueda ser lo preferible, es importante decirlo: mucho de lo que tú y tu bebé dan y reciben en el amamantamiento, puede lograrse a su propio modo, aún si la lactancia se ve imposibilitada.

Como dijimos, dar el pecho es algo tan deseado por muchas mamás, porque significa mucho más que alimentar. Es dar y recibir amor, calor, contacto cuerpo a cuerpo; es aislarse por unos momentos del tiempo y el espacio, del ritmo agitado de la vida diaria, de todo lo que nos rodea; es permitirse vivir el momento presente con el bebé, mirarlo, olerlo, sentir los latidos de su corazón, su respiración, observar cómo se calma, cómo se adormece, cómo va creciendo día a día.

Dar el pecho puede ser un modo de vivir todo eso, pero no el único. Es más, a veces un biberón “bien dado” puede constituir un acto de amor y apego mucho más intenso que dar el pecho de forma mecánica, rígida o apresurada. Puedes alimentar a tu bebé sosteniendo la mirada, haciendo contacto piel con piel (puedes levantarte un poco la ropa y hacer lo mismo con la ropita del bebé para favorecer el contacto corporal), hablándole suavemente o cantándole una melodía, abrazándolo firme pero gentilmente, creando su propio “ritual” alejados del mundo, de los relojes y los horarios, en intimidad, solos los dos.

Como sucede con la lactancia, darse este tiempo privado no siempre será posible, y a veces habrá que hacerlo de prisa, o en un lugar no del todo cómodo… pero puedes intentar sostener esta práctica siempre que sea posible, y volver a ella cuando sientas la necesidad de entablar esa conexión especial con tu hijo. Es más, el biberón tiene el beneficio de ser una práctica que pueden realizar de este mismo modo el padre, un familiar o figura cercana para ese bebé, quien sin dudas se sentirá enormemente amado y nutrido, tanto física como emocionalmente.

El consejo: infórmate bien acerca de tu situación en particular, busca contención en personas de tu confianza, y por sobre todas las cosas ten la tranquilidad de que podrás construir un vínculo de apego seguro con tu bebé si en lugar del pecho le brindas el biberón como acto de amor, cuidado y protección.

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