Si bien tendemos a pensar en la época de las navidades como un momento de mucha felicidad, esperanza, encuentro y alegría, todos sabemos que son mucho más que eso. Las fiestas navideñas son tiempos de balance, de rememorar lo dulce y lo amargo del año, de reencontrarse con familiares que hace mucho no vemos, de recordar seres queridos que ya no están, de proyectar a futuro. Por todo eso, indudablemente es un tiempo de mucho estrés, de sentimientos encontrados; además del cambio de rutina que significa la planificación de reuniones, la multiplicidad de eventos de final de año de trabajo, de amistades, etc.
En este contexto, el estar transitando un embarazo o en los inicios de la vida con un bebé pequeño, hace que este momento particularmente estresante del año para cualquier persona se vuelva mucho más intenso aún.
Si estás embarazada…
Sabemos que el embarazo es un tiempo de cambios (no sólo a nivel biológico sino también psicológico), marcado por los altibajos emocionales: mezcla de sentimientos que van desde la alegría y la esperanza, hasta las dudas, la confusión, miedos, ansiedad, cansancio. De modo que si sumamos el estrés típico de la época de navidades –con su intensa carga emotiva- al período de crisis vital que significa el embarazo, tenemos una combinación no menos que interesante. Tener esto presente puede ayudarte a:
* No exigirte estar feliz o de buen humor sólo porque sean días festivos. Recuerda que los sentimientos no son correctos o incorrectos, simplemente es lo que sientes.
* Registrar cómo se siente tu mente y tu cuerpo a medida que pasan las horas y los días. No olvides que estás en un período de mucha inestabilidad emocional, por lo que puede que un día tengas muchas ganas de festejar y estar rodeada de mucha gente, y al siguiente o al cabo de un rato te sientas agotada mental o físicamente y sólo quieras estar sola o con tu pareja. Intenta estar atenta a lo que necesites momento a momento: festejar, descansar, charlar o quedarte en silencio, bailar u observar tranquilamente desde un sillón, quedarte hasta el final de la fiesta o retirarte más temprano de lo habitual, etc. Ninguna de estas opciones es la única: todas son absolutamente válidas.
* Evitar el agobio por exceso de gente. Es algo propio del embarazo ser el centro de la atención y las conversaciones, y si bien es un bello gesto, puede llegar a abrumarte. Será necesario registrar cuando estés llegando al tope de tu paciencia para poder retirarte o tomar distancia de las situaciones que no te hagan bien, y así evitar discusiones o revuelos familiares que te generarán aún más desgaste emocional.
Si tienes un bebé pequeño…
Con un bebé de pocos días o meses, y en pleno torbellino emocional que significa el postparto, continúa para la mamá, la pareja y la nueva familia el momento de crisis (de nuevo, no entendida como algo negativo, sino como cambios turbulentos). Todo lo mencionado para el embarazo puede aplicarse también aquí. Pero además, ocurre que serás sobretodo tú quien esté atenta a las necesidades de tu bebé; y al menos por momentos durante las celebraciones, puede resultar muy difícil atender a ellas en el marco de un contexto aún poco habitual para el pequeño: ruidos fuertes, mucha gente alrededor, horarios y rutinas drásticamente cambiadas, etc. Es importante tener presente que:
* Los bebés recién nacidos o de unos pocos meses prefieren los horarios pautados, lo conocido, la serenidad y el contacto con su mamá y/o su papá. Que las rutinas sean tan importantes para la vida del bebé no significa que le haremos un daño por hacer una excepción a ellas durante los días especiales. Pero sí servirá estar atentos a que probablemente tu bebé perciba todos estos cambios y esté un poco más irritable o demandante que de costumbre. Otros bebés duermen casi todo el tiempo que dure la reunión, porque utilizan el sueño como una estrategia defensiva ante el exceso de estímulos que hay a su alrededor. En cualquier caso, es muy probable que en esos días, incluso días antes o después tu bebé “no sea el mismo de siempre”. No le ocurre nada malo ni preocupante, es sólo que es mucho cambio para él, no está acostumbrado y aunque disfrute por momentos de la novedad y la gente, puede que en otros demande mucha más atención y cuidados de ti.
* A esto se suma que los familiares y amigos también vivirán con mucho entusiasmo la presencia del nuevo integrante en las fiestas, y es probable que lo estimulen, quieran tenerlo en brazos o incluso busquen calmarlo o distraerlo si se pone molesto o irritable. Puedes explicar a los demás que tu bebé no está “como siempre”, que necesita más de su mamá y que puede estar un rato con los demás pero luego se quedará cerca de ti para estar lo más tranquilo y seguro posible.
* También celebrar las fiestas navideñas en casa de otras personas –en lugar de ser anfitriona- te permitirá retirarte en el caso de que tú o tu bebé se sientan ya muy cansados.