Durante el embarazo ¿debo ser una mujer que vive igual que antes pero con barriga? o ¿debo aparcar mi vida porque lo importante es el bebé y si acaso voy haciendo alguna cosa cuando puedo? ¿A qué le debo dar más prioridad?
¿Cómo adaptar nuestra vida al embarazo?
Seguramente no nos lo planteamos tan claramente pero es muy normal que en determinados momentos se nos genere cierta duda sobre si debemos ser nosotras mismas como si la vida no hubiera cambiado o si ahora debemos ser una embarazada que intenta parecerse a la persona que era antes del embarazo.
Por ejemplo, “¿debo hacer los quehaceres de la casa como siempre y olvidarme por un momento de mi estado? ¿debo seguir haciendo las actividades que me gustan aunque no me quede suficiente tiempo para descansar?” O por el contrario “¿debo acomodar todo mi día a día, mi trabajo y mis actividades para hacer una siesta todas las tardes o para estar en casa bien temprano por la noche? ¿debo dejar de salir fuera para sólo comer comida casera y bien sana?”.
Aunque no seamos conscientes de ello, todas nos hemos planteado este tipo de preguntas con el primer embarazo. Nunca antes habíamos vivido esta experiencia y nos cuesta definir cuál es la mejor opción para nosotras y nuestro bebé.
Esta duda que se nos puede generar a nosotros también se puede generar a nuestro alrededor por las personas que nos rodean. Por ejemplo, podemos encontramos con un jefe o compañeros de trabajo que probablemente sigan el día a día como si nada hubiera cambiado para nosotras o con una pareja que por momentos nos hace sentir que en vez de embarazadas estamos enfermas. ¡Nada de esto ayuda a aclarar nuestra confusión!
La pregunta no es cuál es la prioridad sino dónde está el equilibrio…
Para empezar debemos saber que ni una ni la otra son las opciones correctas. Si es que podemos hablar de una “opción correcta” debemos buscarla dentro de todas las alternativas que quedan en medio de estos dos puntos opuestos. Es decir, ni una ni la otra.
Por otra parte algo más a tener en cuenta es que no debemos buscar un punto de equilibrio y quedarnos en él durante los 9 meses. El punto de equilibrio irá cambiando de un lado a otro constantemente, en los diferentes trimestres y hasta día a día. Con esto quiero decir que está bien si un día nos sentimos perfectas y queremos vivir el día como antes del embarazo con mucha energía (siempre y cuando cuidemos ciertos aspectos) y al día siguiente busquemos estar en casa descansando y sin hacer esfuerzo porque el cuerpo pide tranquilidad.
Por último está el factor externo. Es importante saber que nadie debe juzgarnos por lo que nos apetece o no hacer. Si una mujer de tu entorno ha estado embarazada y ha vivido su embarazo perfectamente, sin modificar en nada su vida de antes y te hace sentir que no deberías cambiar tus hábitos por estar embarazada, lo ideal es no tomarla en cuenta. Por el contrario si alguien que quiere cuidarte te pide que estés tumbada más tiempo del que tú en realidad necesitas, puedes agradecerle la intención pero responder que no es necesario. El entorno muchas veces condiciona más de lo que nos gustaría y en un momento tan sensible y desconocido como es el embarazo, es fácil dejarnos llevar por lo que otros dicen o nos hacen sentir. Por eso hacer hincapié en lo que en verdad necesitamos y deseamos nosotras es en definitiva la mejor opción.
Seguir nuestro instinto
Como futuras mamás a partir del embarazo tenemos que aprender a oírnos más y tratar de identificar más que antes lo que vemos, lo que sentimos y lo que necesitamos. Tanto para el cuidado de nuestro bebé como para nuestro propio cuidado es fundamental aprender a seguir el instinto y tratar de buscar la respuesta en el sentido común. La mayoría de las preguntas que como madres nos haremos de aquí en adelantes las podremos responder utilizando el sentido común y el instinto.
Por eso, ante la pregunta que puedes hacerte sobre si actuar de una u otra manera durante el embarazo, no busques la respuesta en otras personas, ni esperes tener tú una respuesta clara, ve de a poco, día a día, evaluando cómo te sientes y ten la libertad absoluta para no tener que rendir cuentas a nadie sobre lo que crees que es lo mejor para ti.
Sigue tu instinto, escucha tu cuerpo y lo que sientes y por sobre todas las cosas, mantente segura de que lo que quieres será lo mejor para ti en ese momento.