Existen ciertas experiencias, condiciones o situaciones adversas, que pueden incrementar el malestar, la angustia y la ansiedad durante el embarazo. Como siempre insistimos, sabiendo que la mujer embarazada transita una particular inestabilidad emocional debido a los enormes cambios físicos y psicológicos que le suceden, es absolutamente normal y esperable que el embarazo no sea “color de rosa” como a veces se suele decir. Pero particularmente en el caso de algunas mujeres, parejas y familias, el tránsito por experiencias desagradables, ciertas condiciones de vida, accidentes o eventos traumáticos, puede hacer más intensa esta sensación de no vivirlo de modo relajado, con serenidad, en una real “conexión” con el bebé, o con la felicidad con la que lo habían imaginado.
¿Cuáles pueden ser estas situaciones especiales?
- Un embarazo que ha sido buscado por mucho tiempo, ya sea naturalmente o habiendo recurrido a tratamientos de fertilización asistida, lo cual genera una cuota adicional de estrés, sensación de fragilidad en la mujer, cuidados o recaudos excesivos durante el embarazo, temor a la pérdida, etc.
- Pérdida o pérdidas de embarazos anteriores, que pueden provocar un intenso temor a volver a perderlo, especialmente durante el primer trimestre o en el tiempo de gestación en el que se perdió el anterior o anteriores.
- Embarazo no buscado, ya que el impacto por la noticia y el tiempo de elaboración y aceptación es mayor, y debe lidiarse con sentimientos ambivalentes hacia el hijo por nacer.
- Complicaciones médicas en la madre, amenaza de aborto o parto prematuro, reposos prolongados en cualquier momento de la gestación.
- Enfermedad o condición médica inusual del bebé, incluso en los casos en los que hay sospecha pero luego ésta es descartada, debido a la cantidad de estudios, la espera de los resultados, etc.
- Conflictos reiterados con la pareja, separación conyugal durante el embarazo.
- Falta de una pareja estable, que puede generar en la futura mamá una particular vivencia de soledad y falta de acompañamiento, por más que esté contenida y acompañada por otros familiares o amigos.
- Embarazo durante la adolescencia, así como en una edad muy adulta (que en ocasiones implica una situación de riesgo).
- Falta de apoyo o no aceptación del embarazo por parte de la familia de origen de la embarazada o su pareja, así como exceso de intromisión de alguno o algunos de sus miembros (padres, suegros, abuelos, etc.) en las decisiones que hacen al embarazo y la crianza.
- Conflictos asociados a hermanos mayores del hijo por nacer (escolares, de aprendizaje, de conducta, condiciones médicas o discapacidad).
- Conflictos asociados a matrimonios o parejas previas de la futura mamá o papá, familias ensambladas.
- Dejar de fumar durante el embarazo, lo cual puede generar en la mujer con dependencia al tabaco una mayor ansiedad y estrés debido a la abstinencia (lo mismo valdría para dependencia a otras sustancias psicoactivas, drogas, medicación, etc.).
- Enfermedades graves, pérdidas, duelos, accidentes u otros eventos traumáticos ocurridos a familiares o allegados durante el embarazo.
- Mudanzas, viajes, cambios de ciudad de residencia de la pareja embarazada.
- Una relación muy conflictiva con la propia madre, puede incrementar en la mujer embarazada su temor a repetir la historia (pensamientos como “no quiero ser como ella”, “no quiero tener esa relación con mi hijo/a”), experimentando presiones, autoexigencias, culpas, etc.
- Pérdida de trabajo o temor a perderlo a causa del embarazo, condición laboral inestable, dificultades económicas o financieras (o temor por tener estas dificultades cuando el bebé nazca).
Estas son sólo algunas situaciones o vivencias que pueden surgir en el transcurso de un embarazo, pudiendo existir otras, así como aquellas más particulares o propias de cada historia individual o de las particularidades de una pareja o familia. Esto pone en evidencia la complejidad de las experiencias humanas, y nos permite pensar que si bien lo ideal es que la mujer y la pareja que transita un embarazo se encuentren lo más tranquilos, preparados y conectados con este maravilloso momento, existen situaciones muy difíciles de sobrellevar para cualquier persona, que pueden afectar enormemente el modo de vivir un embarazo.
Esto no significa que si transitas alguna de estas experiencias indeseadas no puedas disfrutar de tu embarazo o necesariamente te sientas mal o angustiada. Existen muchas personas con capacidad de adaptarse positivamente a situaciones adversas, incluso con capacidad de salir fortalecidas de estas situaciones. Lo importante en estos casos es saber que dichas vivencias pueden hacer que te encuentres en una posición de mayor vulnerabilidad, ya que es esperable que la inestabilidad emocional, la intensidad y ambivalencia de los sentimientos, la fatiga mental o cognitiva y los estados de tensión o alerta se vean incrementados.
¿Qué podemos hacer ante este tipo de situaciones?
Para las mujeres embarazadas que se encuentran más vulnerables ante alguna de estas situaciones, será fundamental contar con un extra de apoyo, seguimiento, contención y acompañamiento de su entorno, de seres queridos confiables y presentes, y del equipo profesional tratante (médico obstetra, matrona, psicólogo, entre otros) en cada etapa del embarazo, nacimiento y postparto.