Muchas veces escuchamos que establecer rutinas y hábitos es un aspecto muy importante en la crianza de nuestros hijos, o que los bebés son rutinarios o disfrutan de la rutina… pero, ¿por qué esto es así? ¿Cuáles son estas rutinas o hábitos, cómo y cuándo implementarlos?
Las rutinas son una serie de actividades que hacemos diariamente o con cierta regularidad, en determinados momentos y horarios que se mantienen de un modo pautado y relativamente similar día a día. Todos tenemos nuestras propias rutinas, actividades que nos ayudan a organizar nuestro día, desde el momento en que nos despertamos, el trabajo, las distintas comidas del día, el ejercicio físico, quehaceres domésticos, momentos de ocio o recreativos, entre otras.
Para tu bebé, existentres actividades básicas que podemos ir estableciendo paulatinamente a modo de rutinas: la alimentación, la hora de dormir, y el momento del baño.
¿Por qué los bebés necesitan rutinas?
Es sabido que los niños desde muy pequeños, disfrutan de todo lo que sea repetitivo, ya sea el mismo cuento leído cientos de veces, una canción favorita, su propio “ritual” para ir a la cama, los juegos de esconderse y aparecer una y otra vez… toda aquella actividad que se repita en forma establecida día a día en la vida del bebé es saludable porque le da seguridad: de este modo, el bebé sabe qué esperar, sabe cómo será su día, sabe quiénes están con él para cuidarlo, y puede apoyarse en estas certezas para desarrollarse, jugar y crecer libremente, sin tantas incertidumbres ni sobresaltos.
Un bebé que sabe que durante el día será alimentado en determinados momentos, tendrá tiempos de juego, estará limpio y fresco y por las noches listo para descansar, es un bebé que crece con mayor seguridad de que recibirá todo lo que necesita, puede comenzar a anticipar, a saber esperar, y esto contribuye a su tranquilidad. Por el contrario, un bebé para el cual todos sus días son distintos y no puede conocer los tiempos y momentos de cada cosa, crecerá en una sucesión de impulsos sin saber si serán saciados o calmados, y es probable que se sienta más intranquilo o ansioso.
Lo rutinario tiene “mala prensa”, porque suele asociarse con algo aburrido, repetitivo, con las obligaciones más que con el disfrute. Pero en su justa medida, son muy necesarias para que el bebé crezca sintiéndose y sabiéndose contenido, cuidado y seguro.
¿Esto significa que las rutinas de los bebés no deben alterarse?
En ocasiones, por saber que mantener las rutinas es lo más saludable para el bebé, llegamos a creer que son “sagradas”, inmodificables. De ningún modo esto significa que debamos aferrarnos de modo extremo a horarios y actividades de manera tan rígida. No le causaremos ningún daño al bebé si en ocasiones “rompemos” con la rutina para hacer una salida, nos acostamos o nos levantamos más tarde, tomamos unas vacaciones –y los horarios y actividades se desajustan un poco-, o lo dejamos dormir con nosotros porque está enfermo. Justamente, estas excepciones a la regla también son saludables en cierta medida, ya que nos dan un respiro de la vida diaria y organizada, nos brindan espontaneidad y distensión. Pero es por eso que las disfrutamos, porque son esos permisos, esos gustos que nos damos dentro de una rutina que nos brinda seguridad y sobre la cual descansamos.
¿Cómo y cuándo ir estableciendo las rutinas diarias para tu bebé?
El establecimiento de una adecuada rutina para el bebé es un proceso que se construye de a poco, y que va cambiando para adecuarse a las distintas etapas de su desarrollo. Durante los primeros meses de vida, el bebé necesitará que tu respuesta a sus demandas y necesidades (hambre, sueño, etc.) sea calmada inmediatamente. Entonces, lo mejor para él es que acudas a su llamado cada vez que lo necesite, ya sea para darle el pecho, tomarlo en brazos, volver a dormirlo si se ha despertado por la noche… Conforme vaya creciendo, aproximadamente a partir de los seis meses, su cuerpo estará preparado para pasar toda la noche sin recibir alimento, tomará menos el pecho (ya que comenzará a incorporar alimentos semisólidos), y podrá ir tolerando tiempos de espera entre su necesidad y tu respuesta, que se harán poco a poco más prolongados. Incluso en ocasiones, te sorprenderá ver que antes que acudas a contenerlo, él solo logrará calmarse o entretenerse.
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Con respecto a la alimentación, tu bebé podrá ir pasando del pecho o biberón a demanda hacia horarios más pautados (por ejemplo, cada tres o cuatro horas), para luego conocer las distintas comidas del día, aprender a esperar y prepararse para ellas.
Los momentos de sueño y de vigilia también implicarán un proceso de aprendizaje, ya que los recién nacidos no distinguen el día de la noche. Puedes ayudarlos ajustando el ritmo de toda la casa a estos dos momentos (iluminación, ruidos, tonos de voz, etc.), enseñándole desde pequeños a asociar el día con la actividad y la noche con el descanso. Una vez que el bebé está biológicamente preparado para pasar varias horas sin alimentarse –y siempre con la aprobación del pediatra-, podrás establecer una rutina de sueño continuado llevándolo a su cuna o a su propio cuarto, y acompañándolo a dormirse cada vez que se despierte por la noche.
El momento del baño también puede y debe ser parte de su rutina diaria, preferentemente en horarios más o menos similares. Puede hacerse una secuencia, comenzando desde la cabeza hacia los pies (o al revés), nombrándole cada parte de su cuerpo para que comience a conocerlas y distinguirlas.