Cuando hablamos de embarazo y los cambios emocionales que conlleva, solemos referirnos en primer lugar a la mujer que está transitando este proceso. Si bien es cierto que es ella la que experimentará con mayor intensidad estos cambios, es importante reparar en las implicancias que para el hombre, futuro padre, tienen el embarazo y la paternidad.
.
Es importante aclarar que, cuando nos referimos al padre, hablamos tanto de quien es padre biológico de ese hijo por nacer, como de cualquier persona que cumpla esa función. La maternidad y la paternidad hacen referencia no a personas, sino a roles.
¿Cómo vive el futuro padre el embarazo? ¿Qué rol ocupa a lo largo de este proceso?
El rol del padre (o la función de paternaje) es indispensable para el acompañamiento y contención en los primeros momentos de la relación de simbiosis madre-hijo, hacer de “puente” en el vínculo con el resto del entorno (familia extensa, amigos, relaciones sociales), fomentar la progresiva independencia del hijo desde una base segura y estable en relación a las normas y a los límites.
Resulta fundamental -para que la mujer embarazada pueda transitar de una manera saludable su embarazo-, contar con la presencia, el acompañamiento y el apoyo de su pareja. El rol del futuro papá se definirá en primera instancia por estas acciones, de acompañar y contener. Sin embargo, esta función muchas veces los ubica en el supuesto papel de ser quienes deben estar fuertes en todo momento, guardarse o acallar sus dudas o incertidumbres para no preocupar a la futura mamá… Muy por el contrario, los hombres durante el embarazo también pueden sentir temor, inquietudes, preocupaciones, presiones; sentimientos que aunque diferentes, son tan válidos y esperables como los de las mujeres.
¿Qué siente el hombre que está a punto de ser padre? ¿Qué preocupaciones o temores puede tener?
Uno de los temores más frecuentes para el hombre es que al bebé o a la mamá les suceda algo malo durante el parto o cesárea. Y resulta esperable si consideramos que la mujer embarazada cuenta con la ventaja de llevar al bebé en su vientre y sentir sus movimientos, es –sobre todo en los días o semanas previos al nacimiento- el mayor signo de salud del bebé y de tranquilidad para la madre. El padre puede cerciorarse a través de la madre de que todo marcha bien, pero muchas veces sólo se sentirá tranquilo y podrá relajarse cuando llegue el momento de verlo con sus propios ojos, tomarlo en brazos y sentirlo cerca suyo.
.
Son muy comunes también las dudas de los hombres respecto a qué harán en el momento del nacimiento, cómo podrán ayudar sin estorbar, colaborar y participar lo más posible pero a la vez hacer lo mejor, lo que su pareja necesite en ese momento. Y es que durante muchos años los hombres fueron despojados de esta experiencia, que era adjudicada con exclusividad a las mujeres. Todo lo referido al nacimiento y la vida de los niños era terreno femenino, y paulatinamente los hombres han logrado, gracias a su deseo de participar y acompañar, un lugar importantísimo en la escena del nacimiento. Sin embargo, el mito del padre espectador, inútil, que mira desde lejos, o la típica escena de película en que se desmaya al ver un poco de sangre, llena de dudas a los hombres en torno a la pregunta del “qué hacer”. La realidad es que la parte más importante de ese hacer estará en su presencia física, en estar junto a la madre en todo momento, en ofrecer una palabra suave, cariñosa, de aliento, y en recordar a la mamá (que estará tan movilizada) todas las herramientas y conocimientos que haya adquirido para sobrellevar lo mejor posible esta experiencia. Es por ello que resulta tan importante que el hombre pueda asistir a curso de preparto con la mujer, y ser su guía ante cuestiones como los motivos de consulta o urgencia, el conteo de las contracciones, el momento de ir a la clínica, las respiraciones y pujos, el manejo de la información y las visitas de familiares o amigos, entre otras.
.
Por otra parte, así como la mujer se pregunta por su futuro rol de madre y si podrá integrarlo con los otros roles de su vida (trabajadora, esposa o pareja, amiga, etc.), los hombres suelen sentir cada vez más el deseo de estar presentes en la vida cotidiana de su hijo pero a la vez el problema de congeniarlo con sus responsabilidades y obligaciones laborales. Puesto que la madre es quien se ausentará por un largo tiempo de su trabajo para estar con el bebé, es frecuente que el hombre sienta la presión de ser el principal sostén económico del hogar, y tener que garantizar la calidad de vida que desea para el nuevo integrante de su familia.
.
Muchos hombres no suelen expresar estas preocupaciones y dialogarlas en pareja, ya que al ocupar el rol de acompañar y contener a la mujer, relegan sus sentimientos en pos de no cargar a su pareja con mayores preocupaciones que podrían angustiarla o estresarla. Aunque es muy valorable la intención de liberar a la mujer, muchas veces resultará más saludable para ambos miembros de la pareja encontrar momentos de diálogo sinceros y respetuosos para poder compartir los sentimientos de ambos, y de este modo evitar futuros reproches o reclamos cuando la situación sea desbordante o de mucha presión para alguno de los dos.
De hecho, si el hombre puede darse el permiso de aceptar estos sentimientos encontrados -alegría y esperanza pero también temores, dudas y presiones- y compartirlo abiertamente con su pareja, la mujer puede sentirse más acompañada aún. Ya que descubre que no es sólo ella la que se siente por momentos preocupada o insegura, sino que es algo que les pasa a ambos, de modos distintos pero complementarios, y esto sin dudas los acercará más íntimamente como pareja.