Algunas claves para comprender el puerperio
En mis años de experiencia con grupos de mujeres y parejas embarazadas, he notado que la problemática de la Depresión postparto (en adelante DPP) continúa siendo (aunque afortunadamente cada vez menos) un tema tabú. En cuanto menciono la temática o pregunto a mujeres y parejas qué saben sobre ello, si bien algunos valientes se animan a comentar alguna experiencia cercana o algo que les han contado o han leído, la reacción general es el silencio. La sola idea de que el nacimiento de un hijo pueda ser un momento difícil para una madre suele general temor, y lo primero que se nos cruza por la cabeza es “no sé qué es eso, pero espero que no me toque a mí”.
Este silencio en torno a la DPP deriva en gran parte del hecho de que en nuestra sociedad se espera –o aún más, se exige- que tener un bebé signifique para la mamá un tiempo de felicidad absoluta. Ahora bien, si ajustamos nuestra mirada sobre la maternidad y la paternidad a una visión un poco más realista, sabremos que el nacimiento de un hijo implica, al tiempo que algo muy esperado y que trae una inmensa alegría, un momento de CRISIS, de cambios turbulentos, que vivirá la madre, la pareja y la familia en su totalidad.
Lo que sucede con la DPP es que ya el nombre asusta: se piensa que tener algún síntoma de DPP es igual a tener Depresión (o Trastorno de Depresión Mayor), que sólo le ocurre a mujeres con serios antecedentes de trastornos mentales, que a quien le suceda con un embarazo le ocurrirá inevitablemente con los siguientes, que es algo incurable, etc… Ante todas estas cuestiones, es importante aclarar que, si bien existen factores de riesgo que aumentan las probabilidades de padecerla (como antecedentes psicológicos, condiciones difíciles o traumáticas durante el embarazo o nacimiento, falta de sostén familiar, entre otros), existen diferentes grados de DPP, y estadísticamente resulta más significativo un primer grado (generalmente denominado Baby Blues o Tristeza Postparto) que es el más frecuente (y el más esperable).
¿Cuáles son los síntomas de una posible condición de DPP?
Para la nueva mamá, el postparto o puerperio se caracteriza principalmente por la inestabilidad emocional, debido tanto a los cambios hormonales y fisiológicos que vivirá, como a la nueva vida a la que habrá que ir adaptándose paulatinamente.
Entonces, durante las primeras semanas puede sentir:
- Cambios de ánimo frecuentes y a veces muy marcados
- Momentos de llanto intenso
- Irritabilidad o bronca
- Sensación de desborde: «no puedo con esto», «la situación me supera», «no pensé que sería así»
- Dudas sobre el nuevo rol de madre: «¿estaré haciéndolo bien?», «¿soy una buena mamá?»
- Síntomas físicos: ansiedad, palpitaciones, cefaleas, insomnio, falta de apetito o mucha hambre.
Como consecuencia de estos síntomas, la puérpera suele sentir culpa («no debería sentirme así», «¿hay algo malo conmigo?», «¿le estoy haciendo daño a mi bebé?”), y puede comenzar a aislarse («mejor no lo cuento», «¿qué van a decir de mí?»). Pero sentir todo esto, aunque sea algunos días y por momentos durante las primeras semanas posteriores al parto es absolutamente normal y esperable: no olvides que los sentimientos no son correctos ni incorrectos, no están ni bien ni mal, simplemente es lo que sentimos. Si experimentas algo de esto y con el pasar de las semanas comienzas a sentirte más estable y con mayor confianza, es muy probable que hayas atravesado este primer grado de DPP; el cual aunque resulte desagradable por momentos, no implica mayores riesgos ni es en absoluto determinante o definitorio en el vínculo con tu bebé o en tu desarrollo personal.
¿Cuándo hablamos de DPP propiamente dicha?
- Cuando estos sentimientos se prolongan en el tiempo, durante varias semanas o meses.
- Cuando el malestar conlleva un descuido hacia el bebé, así como un cuidado excesivo (por ejemplo, no permitir que el padre u otra persona de confianza cargue o cuide al bebé siquiera por un rato)
- Cuando pasados los primeros meses resulta muy dificultoso o imposible para la mamá retomar actividades personales (como volver al trabajo, realizar actividad física, recuperar algún tiempo de ocio, etc.).
Además, puede aparecer DPP con mayor intensidad en mujeres que han sufrido depresión o ansiedad en otros momentos de su vida, que han tenido complicaciones durante el embarazo, ante un parto o cesárea difícil, o por el surgimiento de complicaciones que mantengan al bebé en neonatología durante un tiempo.
Ante un posible cuadro de DPP, resultará necesario acudir a un profesional psicólogo e iniciar un tratamiento psicoterapéutico, mediante el cual la mamá contará con un apoyo para sobrellevar mejor este momento y superar el período de crisis. Pero es importante recalcar, que aunque se trate de una DPP de un mayor grado, igualmente pasará, y con tiempo y con ayuda la mamá podrá salir adelante y disfrutar cada vez más de esta nueva vida junto a su hijo.