El momento del baño: rutina, contacto y estimulación

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Al igual que las horas de sueño, la alimentación y el juego, el tiempo del baño constituye un elemento indispensable de la rutina del bebé. El momento de bañarse, además de ser su primer hábito de higiene, es de suma importancia como fuente de estimulación, exploración y contacto corporal.

Como ya he mencionado en otro artículo (La importancia de las rutinas en el desarrollo del bebé), las rutinas son una serie de actividades que hacemos diariamente o con cierta regularidad, en determinados momentos y horarios que se mantienen de un modo pautado y relativamente similar día a día. Las primeras rutinas del bebé (la alimentación, la hora de dormir y el momento del baño) son necesarias para él, porque le dan seguridad: sabe qué esperar, sabe cómo será su día, sabe quiénes están con él para cuidarlo, y puede apoyarse en estas certezas para desarrollarse, jugar y crecer libremente, sin tantas incertidumbres ni sobresaltos.

Si bien es cierto que un bebé recién nacido o muy pequeño tal vez no necesite del baño diario, es una de las primeras actividades de higiene personal que podrá ir adquiriendo y a la cual podrá acostumbrarse. Al ir creciendo, desplazándose y explorando el ambiente, llegará el momento en que bañarse se convierta en una necesidad indiscutida para su buena salud; entonces, haber establecido previamente esta actividad como parte de cada día, hará más fácil y disfrutable su realización.

El primer baño

Luego de la caída del cordón umbilical del pequeño (y con el visto bueno y recomendaciones de tu pediatra), aproximadamente entre los siete y doce días después de nacido, llegará el día de su primer baño. Es esperable que mamá, papá y/o las personas que estén al cuidado del bebé busquen generar un momento de tranquilidad, intimidad, libres de distracciones, sobresaltos y relojes, a fin de lograr el clima óptimo para vivir esta primera experiencia. Sin embargo, también es importante tener presente que no todos los bebés disfrutan del baño desde el primer momento, y lo que tengamos en mente como la imagen ideal sea justamente eso: un ideal, ya que puede que el bebé llore sin cesar, se encuentre incómodo y haya que sacarlo del agua antes de tiempo, y la cámara de vídeo con la grabación –que tanto queremos atesorar o tanto insiste la familia en que enviemos- deba quedar a un lado para tratar de lidiar con la escena real, un tanto más caótica y desordenada que la que imaginábamos. Como todas las primeras experiencias (la primera vez que intentas prenderlo al pecho, el primer cambio de pañal, etc.), a veces requieren tiempo y repetición hasta que tú y tu bebé encuentren el ajuste adecuado y el propio modo de hacerlo, único y distinto a todos los demás.

Los bebés y el momento del baño

Si bien es cierto que a muchos bebés el baño les agrada y les da tranquilidad, esto no es así de sencillo en todos los casos:

  * A algunos les gusta desde el primer contacto con el agua, contribuye a su calma y a un mejor descanso posterior;
  * A otros parece no agradarles, los irrita, rompen en llanto y luego lleva un tiempo calmarlos;
  * A otros les agrada tanto que, lejos de calmarlos o aportarles paz, los activa y despierta más aún.

Ante todas estas posibilidades, es fácil darse cuenta que el supuesto de que el baño es un bello momento ideal para realizarse antes de dormir sólo valdría en algunos casos. Como muchas veces dijimos, cada bebé es diferente, y si descubres que el momento del baño no es placentero para tu bebé, o sí lo es pero lo activa demasiado, no hay nada de malo: tal vez en ese caso lo mejor sea escoger otro momento del día para hacerlo (por ejemplo a la mañana, o de tarde luego de su siesta), de modo que esta actividad no dificulte su calma o su descanso al finalizar el día.

Además, es bastante frecuente que los recién nacidos no disfruten del contacto con el agua ni de estar desnudos: se sienten no contenidos, desprotegidos, y responden con el llanto a todo lo que les resulte desconocido. Lo mismo sucede ante los primeros cambios de pañal o de ropita. Con el pasar de las semanas, esta nueva parte de su rutina comienza a hacerse familiar y conocida para ellos, y responden a ésta con mayor seguridad y agrado. Luego, al llegar al segundo mes, es común que les encante estar sin ropa, sentir el movimiento libre de su cuerpo, y el contacto con el medio acuoso. Es en este tiempo que dejarlos unos minutos desnudos antes del baño, permitiendo la exploración de su cuerpo, propiciando las caricias y el contacto piel a piel, constituye una fuente importantísima de estimulación temprana.

Luego de encontrar el momento indicado…

Parte de sostener la rutina del baño será hacerlo en momentos u horarios más o menos similares, y de una forma también similar cada día. Dado que a muchos bebés no les gusta mojarse la cabeza y la cara, puedes dejar esto para el final, e ir nombrándole cada parte del cuerpo (para que comience a conocerlas y distinguirlas), acompañando tus acciones con palabras y gestos, contándole y anticipándole lo que irá sucediendo. Aunque pueda parecerte que no te está entendiendo, su lenguaje comprensivo se desarrolla mucho antes que el lenguaje hablado, y será ésta la manera en que tu bebé aprende, anticipa, espera… sintiéndose seguro, cuidado y bien tratado.

El consejo: Sólo dándote la oportunidad de vivir juntos esta nueva experiencia (como cada una de las “primeras veces” que acompañan la crianza y el cuidado de un hijo), podrás comprobar cómo resulta, qué efectos tiene, y cómo ir ajustándola de la mejor manera para tú y tu bebé dentro de las actividades que constituyen su rutina diaria.

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