¿Hermanitos en casa? Prepáralos para la llegada del bebé

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En las familias que ya han tenido hijos, entre las cuestiones que hacen a la preparación para la llegada de un nuevo bebé, suelen aparecer dudas respecto a cómo manejarse con quien se convertirá en el hermanito mayor. De hecho, será toda la familia la que espere un nuevo integrante: los más pequeños también vivirán un gran cambio, para el que podemos prepararlos.

¿Qué puede sentir un niño que espera un hermanito o hermanita?

Desde el momento en que comunicamos la pronta llegada del bebé, (o lo hacemos saber de diferentes formas, según la edad del niño) suele manifestarse en el pequeño cierto miedo a que sus papás no le presten más atención o no tengan tiempo para dedicarle y que todo lo que hasta ahora era exclusivamente suyo (sus juguetes, su ropita, su habitación) ya no le pertenezca… En efecto, aparece el temor a la pérdida del cariño de sus padres; y no sólo de ellos, sino también de sus abuelos, tíos, primos y el resto de la familia extensa. El sentir del niño podría traducirse en algo así como «¿quién es este ser que viene a llevarse toda la atención, todo el amor que era sólo para mí?». Se trata de temores que no tienen explicación desde lo racional, sino que responden al terreno de las emociones (y todos, incluidos los adultos, las tenemos).

Cambios esperables según la edad

Por supuesto que la llegada de un hermanito será vivida de distinto modo de acuerdo a la edad del niño. Por este motivo resulta importante saber que pueden sucederse algunos cambios en su comportamiento, como por ejemplo:

  • A los dos o tres años pueden observarse ciertas regresiones en las habilidades que ya habían adquirido y alteraciones en sus rutinas básicas: cambios en el sueño, rechazo a la comida, «accidentes» ocasionales para los que ya habían dejado el pañal.
  • Entre los cuatro y los seis años aparecen terrores nocturnos, pesadillas frecuentes y, con ellas, el deseo o el pedido expreso de pasarse a la cama de los padres.
  • Desde los seis años en adelante se observan dificultades en el ámbito escolar, tanto a nivel de comportamiento como de rendimiento académico. También son mucho más claras y explícitas las preguntas sobre el origen de los bebés y la procreación.
  • Durante la preadolescencia y adolescencia, sumado a lo anterior, aparecen cambios de humor o comentarios que reflejan el temor a que se deposite en el adolescente la responsabilidad del cuidado del hermanito y que, como consecuencia de esto, pierda sus crecientes tiempos y espacios de privacidad e intimidad que tanto valora.

¿Qué actitud tomar como padres?

Es frecuente que los padres se pregunten si deberían ser más permisivos con los niños, consentirlos o mimarlos un poco más, para intentar que todo siga como estaba (aprovechar el tiempo para que el menor “siga siendo el rey de la casa por un tiempito más”). También es habitual hacer todo lo contrario: pretender que el pequeño acepte y espere a su hermano con total felicidad… Estas actitudes pueden sonar algo extremas, pero a veces las adoptamos sin darnos cuenta.

La posición más saludable a tomar tendrá que ver, fundamentalmente, con ACEPTAR el proceso que el niño está transitando y, a la vez, TRANQUILIZAR sus preocupaciones y temores. ¿Cómo llevarlo a la práctica?

  • No invalidar su preocupación: no decirle que es incorrecto que se sienta así, o que debería estar más contento, sino expresarle en repetidas oportunidades que entendemos lo que le pasa, pero que debe saber que mamá y papá podrán quererlos mucho a los dos. Aunque a los adultos esto nos parezca obvio, el niño NECESITARÁ escucharlo.
  • Saber que los cambios en su comportamiento son esperables y pasajeros y, en lugar de permitírselos (con el riesgo de que se transformen en algo permanente), acompañarlo en el esfuerzo por volver a su rutina habitual. No se debe ceder, por ejemplo, ante el pedido de dormir en la misma cama de los padres, sino llevarlo amorosamente de vuelta a su habitación las veces que sea necesario.
  • Invitarlo a participar de los preparativos, permitiéndole hacerse cargo de algunas cosas (en un principio pequeños detalles, de acuerdo a su edad y capacidades). Hay que mostrarle con estas actividades todo lo que le dará este nuevo hermanito, en lugar de quitarle: alguien con quien jugar, a quien enseñarle cosas que él ya sabe, con quien divertirse mucho… Si ya es más grande, puede interesarle oír anécdotas de la infancia del papá o la mamá con sus hermanos (qué hacían juntos, qué travesuras cometían, qué experiencias compartían).
  • Pasar tiempo exclusivo con él: resultará muy importante, de aquí en más, que cada hijo tenga tiempos exclusivos y periódicos para construir con sus padres el vínculo de uno-a-uno, para compartir los propios intereses, gustos y actividades. Como en los primeros tiempos del recién nacido la madre estará abocada al cuidado del nuevo bebé, podrán ser el padre, los tíos o los abuelos quienes planeen actividades para hacer con el hermano mayor. Luego será muy saludable que la madre y el padre puedan, en ocasiones, «repartirse» y organizarse para que, además de los tiempos compartidos en familia, cada uno tenga con cada hijo sus momentos de intimidad y complicidad.

Cuando los padres deciden traer un nuevo hijo a sus vidas, están decidiendo al mismo tiempo brindarle a quien será su hermano mayor una de las mayores riquezas a nivel afectivo: la posibilidad de crecer aprendiendo a dar y recibir, querer y ser querido por otro que es y será siempre su PAR.

El consejo: comprender que la llegada de un hermanito significa (como para todos) un proceso de cambio muy importante, te ayudará a aceptar sin forzar y a respetar los tiempos propios de acomodación y de ajuste a esta nueva vida familiar.

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