Como ya hemos mencionado en otros artículos, el nacimiento de un hijo envuelve a la pareja –ahora devenida en familia- en un torbellino de “primeras veces”. Es por esto que es un tiempo de crisis, de muchísimos cambios que requerirán de tiempo para que mamá y papá puedan conocer, criar y acompañar al bebé en su desarrollo integral como ser humano.
¿Qué necesita un recién nacido? ¿Cuáles son sus capacidades? ¿Cómo estimularlo?
El bebé nace con numerosas capacidades y potencialidades, y está en la disposición de los padres contribuir a que dichas cuestiones se desarrollen plena y saludablemente.
Cuando nace…
En su aspecto más primario, el bebé nace con una serie de reflejos (como los de succión, prensión, moro, marcha), algunos vestigios de nuestra evolución como especie y otros indispensables para su supervivencia.
Además, es capaz de reconocer a su madre por el aroma natural de su piel, su ritmo cardíaco y su voz. Reconoce la voz de su padre y puede calmarse al oírla, y también distingue sonidos familiares (por ejemplo los ruidos de la casa). Aunque no pueda comunicarlo, es un ser sumamente sensible a las emociones de los adultos, y distinguirá de diversos modos (como el tono muscular o los latidos del corazón de quien lo sostenga) la alegría de la tristeza, la calma de la tensión, prefiriendo siempre las emociones positivas.
Sus sentidos más desarrollados son el oído, el olfato (mediante el cual busca el pecho de su madre) y el tacto. No puede ver muy bien aún, de modo que verá borrosas las cosas que se encuentren muy cerca o muy lejos. Sólo puede visualizar con claridad a una distancia óptima de aproximadamente 25 o 30 centímetros, justamente la distancia que existe entre su mirada y la mirada de su madre al tomar el pecho.
¿Qué necesita?
El principal y único medio de comunicación del recién nacido (antes de las gesticulaciones y vocalizaciones) es el LLANTO. Dentro del vientre de su mamá las necesidades del bebé están totalmente cubiertas de inmediato, pero al nacer, el bebé comienza a SENTIR esas necesidades. El llanto aparece entre el momento en que el bebé siente corporalmente una necesidad y el momento en que dicha necesidad es saciada por el adulto que lo cuida. Mediante el llanto, el bebé intentará expresar no solamente que tiene hambre, está sucio o siente algún malestar físico, sino también que se siente solo y necesita de los brazos y el calor de mamá o papá. Y en un bebé de apenas unos meses de vida, estas necesidades deben ser escuchadas momento a momento: no pueden esperar. Por eso es importante insistir: los bebés recién nacidos no se malcrían por estar en brazos, sino que este contacto corporal es una necesidad de su ser, que debe ser atendida tanto como la alimentación y la higiene.
Estas necesidades básicas de todo recién nacido serán las principales actividades que organizarán su día, en referencia a cuatro hábitos fundamentales que podremos comenzar a instaurar a modo de rutina: la alimentación, la limpieza y el baño, los momentos de juego y las horas de sueño.
¿Cómo estimular su desarrollo?
En los primeros tiempos de vida, la mayor fuente de estimulación para un bebé es el ROSTRO HUMANO: por eso es indispensable sostener la MIRADA hacia él, a distancia óptima y en un lugar con buena luz, hablarle en forma pausada, con tono suave y gestos exagerados (así aprenderá en un futuro a imitarlos). No se interesará hasta más adelante por los grandes juguetes, aunque sí pueden ser fuente de estímulo visual y auditivo los juguetes con colores contrastantes, las barras de cuna o cochecito, los móviles musicales y las mantas didácticas (leer “Manta de juegos y juguetes de primera infancia»).
El BAÑO diario así como los momentos previos en que lo dejamos desnudo por unos minutos, son fuente importante de estímulo; y aunque al principio puedan manifestar disgusto (no todos los bebés viven el contacto con el agua como algo agradable), más adelante es esperable que lleguen a disfrutar mucho de estos momentos.
Desde aproximadamente los diez o quince días de vida (y con la autorización del pediatra) las SALIDAS también constituyen un importante elemento de estimulación temprana. Es preferible que los paseos sean al aire libre, en espacios abiertos y en momentos donde el bebé se encuentre de buen ánimo, descansado y alimentado. Deben evitarse los espacios reducidos, con mucha gente (especialmente otros niños) o ruidos fuertes.
Por último y no menos importante, en su desarrollo motor es preciso ayudarlos a estimular EL FORTALECIMIENTO DE LOS MÚSCULOS de cabeza, cuello y tórax. Dado que actualmente se indica la posición de supino (boca arriba) para dormir, es fundamental que varias veces al día se ponga al bebé por breves minutos en prono (boca abajo) para que comience a sostener su cabecita. Es preferible recostarlo suavemente en una manta (como las didácticas) sobre el piso.