Los movimientos del bebé al principio son casi imperceptibles, más tarde es una sensación maravillosa que compartimos y nos hace inmensamente felices, finalmente pueden provocarnos dolor y malestar. Sea como sea siempre es una confirmación del bienestar del bebé y del vínculo que estamos creando.
Sentir al bebé
Al principio le llamamos “burbujitas”, es una sensación que sólo nosotras podemos sentir y la verdad es que es la palabra más gráfica para describirlo. Unas burbujitas dentro del vientre es lo que notamos. Solo lo sentimos cuando estamos relajadas, en reposo y concentradas un poquillo en esa sensación. Es cierto que no todas logramos identificarlo, algunas mujeres no llegan a notar este primer paso, pero es de esta manera como la mayoría de las mamás comienzan a vivir el “sentir al bebé”.
Es un gran momento para nosotras porque al ser las primeras veces, aunque el movimiento sea mínimo, la sensación de sentir al bebé es inmensamente gratificante. Le contamos a papá esa sensación, nos llenamos los ojos de lágrimas y deseamos que los movimientos se hagan más notorios para poder compartirlos.
Luego llegan las «pataditas» que sólo la mamá siente. Unos movimientos imperceptibles aún desde el exterior pero que las mamás si notamos. Iniciamos ahí una carrera con el objetivo de hacer notar a papá que el bebé se mueve, pero pese a los múltiples intentos él aún no logra identificar nada. Esta sensación suele aparecer cerca de la semana 16 pero se puede hacer esperar hasta la 20 aproximadamente sobre todo en las primerizas.
Aparecen entonces las «patadas» que se hacen notar cuando una mano nos toca la barriga. La sensación es cada vez más fuerte, las pataditas son cada vez más notorias y poder compartir esa sensación la hace aún más especial. Es ahora cuando comenzamos nuevamente una lucha constante en la que cada vez que el bebé se mueve nosotras vamos en busca de la mano de papá para que pueda sentirlo. La mayoría de las veces sucede que cuando la mano llega el movimiento cesa o se hace imperceptible y pensamos “la próxima será”. Muchas de estas veces serán infructuosas pero en el momento que papá nota una de esas pataditas bien fuertes, ese sentimiento de alegría es compartido por ambos y ya nada puede eclipsarlo.
¿Cuándo se hacen más notorias?
Por la noche, cuando nosotras estamos relajadas es cuando más notaremos el movimiento del bebé. Por un lado, mientras nosotras estamos en actividad, nuestro movimiento pueden hacer que el bebé esté adormecido y tranquilo. Por otro lado entre las 10 de la noche y la 1 de la madrugada, el nivel de azúcar de nuestro cuerpo estará cambiando y hará que el bebé entre en actividad.
¿Con qué frecuencia se sienten?
El movimiento del bebé en la barriga es una muestra de su salud y bienestar, y si todo va bien, estará moviéndose muchas veces al día. No obstante esto no significa que lo notemos en todo momento. Si tenemos la cabeza ocupada, si estamos en actividad o si la rutina no permite un momento de relajación, es probable que no notemos esos movimientos, sobre todo al principio cuando no son muy bruscos. Pero al menos una vez al día deberíamos notar su movimiento. Esto tampoco significa que debemos alertarnos si no lo hacemos, puede que en el momento en que nos relajemos y estemos dispuestas a sentirlo, el bebé esté dormido y no se haga notar. En todo caso ir relajada en este sentido es lo ideal. Si deseamos estimularlo un poco, comer algo bien dulce, poner música, o acariciar la barriga puede ayudar.
Cuando ya no es tan agradable
Por último aparecerán los «molestos movimientos del bebé». Sobre el final del embarazo, cuando hay poco espacio, cuando ya se ha dado la vuelta y nosotras estamos mucho más cansadas e incómodas las patadas o los movimientos no serán tan agradables como antes. Cuando las piernitas empujan las costillas o notamos que estira un brazo como queriendo salir de la barriga puede provocarnos algunos dolores molestos.
Sobre todo si nos encontramos sentadas la sensación de dolor puede incluso hacernos “enfadar”. Provocaremos las típicas frases como “¿por qué le haces eso a mamá?” o “¡para hijo ya con eso!”. Y aunque no sea intención regañarle es normal exteriorizar esa sensación de la misma manera que también le decimos cuanto lo queremos o deseamos.
¿Qué hacer?
Cambiar de posición, dar un paseo para que se relaje, masajear un poco la barriga suele ayudar a apaciguar esta sensación. Sobre todo ponerse de pie ayuda a darle más espacio y no presionar las zonas más sensibles a este dolor. Acostumbrar al cuerpo a comer menos y más cantidad de veces hará también que nos sintamos más cómodas.
Si trabajamos muchas horas sentadas puede que esto se haga tedioso, incómodo y perjudique nuestro día a día. Si esto sucede, si sientes que es continuo y no te deja trabajar pues puede ser momento de que te plantees pedir la baja y estar más relajada en casa.
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Conectar con el bebé
Sentir al bebé es maravilloso, nos conecta mucho con él y nos permite tener acercamientos más reales y sentirnos verdaderamente mamás. A los papás también los ayuda a conectar, con el bebé y con las sensaciones de la mamá.
Sentir que se mueve es sentir que es real, que está sucediendo, que es una nueva vida que crece y que el vínculo estará presente a partir de ahora y hasta siempre.
Disfrutar de cada movimiento perceptible es ideal, disfrutar de cómo crece y se hace notar incluso cuando resulte un poco molesto. Disfrutar es importante y guardar recuerdos de esas sensaciones únicas te hará valorar el momento que vives.