Siendo primeriza con el segundo bebé

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Sentirse primeriza significa sentir esa ansiedad por lo desconocido, sentir  dudas, sentir nervios, y sentir una felicidad inmensa por vivir una experiencia tan nueva. Hay muchas razones por los que sentirse primeriza con el segundo (o tercer, o cuarto…) hijo o muchos momentos en los que nos puede suceder. Cuando experimentamos algo que no pasó de igual forma con el primero (o los anteriores) entramos en una especie de primera vez que nos hace sentir primeriza nuevamente.

Siendo primeriza con el segundo bebé

¿En relación a qué me siento primeriza yo en este momento? Tiene que ver con mi segunda experiencia de amamantamiento. Hace ya unos cuantos días vengo dándole vueltas a la cabeza sobre qué debo hacer con el pecho que aún toma mi bebé que está a punto de cumplir un año.

Incertidumbre, dudas, agotamiento, enamoramiento, momentos en los que pienso que es maravilloso y momentos en los que digo “no aguanto más”

¿Os suena de algo? ¡Pues a mí sí! Son los más clásicos sentimientos de una primeriza, esa revolución de ideas dónde no te aclaras muy bien con lo que sientes o más bien sientes todo al mismo tiempo.

¿Por qué es tan diferente esta vez?

Mi pequeña mayor decidió por sí misma, un día, de un momento a otro, cuando tenía 10 meses, que no quería más el pecho. Así, rotundidad absoluta. Ella tomaba 3 veces al día, tomó por la mañana, tomó por la tarde y por la noche no quiso. Le di bibe (que utilizaba para darle cereales) y la acosté. A la mañana siguiente le quise dar y no quiso, le quise dar más tarde, al mediodía, por la tarde… Intentos reiterados pero nunca, nunca más quiso pecho. Así, como digo, rotundidad absoluta.

Tras mi primera experiencia, siempre estuvo en mi cabeza qué pasaría con el segundo. No tenía por qué pasar lo mismo pero siempre estuvo allí rondando la idea de si este pequeñín también decidiría cuando dejarlo. Es cierto que durante una etapa las tomas de día, cuando había estímulos, ruidos, “diversión”, le costaban mucho (se distraía, y no le hacía mucha ilusión estar en brazos y perderse el mundo), pero sólo pasaba en algunos horarios. Así continuamos con el pecho y le daba 3 veces por día.

Hace un tiempo a esta parte, el tomar el pecho tiene para él dos diferentes objetivos.  Las 3 tomas principales las sigue haciendo normalmente pero también ha encontrado en el pecho de mamá un refugio para cuando le duelen los dientes, para cuando quiere un rato a solas, cuando me demanda atención, cuando no quiere dormirse… De repente hemos vuelto al inicio, casilla de salida, ahora el pecho es el lugar dónde “me siento seguro” y yo estoy hecha un lío con lo que eso significa para mí.

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Mi postura más pragmática: sigo pensando que darle el pecho es lo mejor, que no tengo por qué cortarle, que es un alimento estupendo, que lo hace crecer, le da defensas, nutrientes de muy buena calidad, y por supuesto es lo más económico que hay…

Mi postura más emocional: Sé (o al menos creo) que será mi último bebé, que debo aprovechar esta etapa al máximo, que no quiero perder esa conexión que tenemos, que me lo comería a besos cuando está en mi pecho, que estoy completamente enamorada de mi bebé y disfruto mucho de la sensación de amamantar…

Mi postura más egoísta: que me roba tiempo, que no siempre me puedo vestir como me gustaría, que me encantaría volver a usar ropa interior sexy en vez de sujetadores de lactancia, que muchas veces no me apetece quedarme despierta para darle la ultima toma, que me encantaría volver a tomarme mis cervecitas o mis copas de vino por la noche con una rica cena, que condiciona mis horarios y mi trabajo…  

Mi postura “visión de futuro”: que probablemente cuanto más tarde más difícil sea quitarle el pecho, pero por otro lado que lo más probable es que ya no vuelva a vivir esta sensación de amamantar y que si lo corto ahora luego me arrepentiré; que si debo decidor yo o dejarlo decidir a él, o cuándo es el momento ideal para decir “hasta aquí llegamos pequeñín”…

Sentirse primeriza también es guay

Es cierto que en general no vivimos muy bien estas incertidumbres o estas angustias, pero intentando hacer una mirada desde arriba, intentando analizar la situación desde otro lado, también tiene su puntito guay. Poder volver a vivir la experiencia de sentirse primeriza, volver a sentir que no todo está dicho, que cada bebé es diferente y que nosotras también podemos ser diferentes frente a nuestros hijos, me gusta. Tengo que confesar que también lo vivo con cierta ilusión, que me gusta sentir que debo aprender día a día y que nada en la maternidad está trazado, puedo escoger mi camino minuto a minuto.

Quizás uno de estos días él decide cortar y se acaban las incertidumbres y los cuestionamientos internos pero mientras la decisión sea mía, seguiré dándole vueltas al asunto. Me atemoriza tomar una decisión y me atemoriza no hacerlo y seguir con las dudas en mi cabeza ¡si es que soy una primeriza de manual! Jajaja. No sé… ya veremos, puede que en unos días os cuente cómo he seguido, por ahora no hay respuesta.

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