Luego del nacimiento de un hijo, la nueva mamá suele experimentar al menos por momentos sentimientos de inseguridad, muchas dudas, angustia y desborde. Las personas allegadas (familiares, amigos y en especial su pareja) con frecuencia se ven desconcertados por esta inestabilidad emocional de la madre, y manifiestan no saber qué decirle o cómo ayudarla a sentirse mejor. Conocer sobre los aspectos psicológicos y emocionales del postparto puede llevar tanto a los familiares a manifestar modos de ayuda adecuados, como a la nueva madre a pedir con mayor claridad la contención que necesita.
El post parto: las emociones de la nueva mamá
Ya en otro artículo (ver la depresión postparto: algunas claves para comprender el puerperio), he explicado cómo y por qué el período del puerperio o postparto inmediato (es decir, las primeras semanas o meses luego del nacimiento del bebé) constituye –particularmente para la madre- una CRISIS: al tiempo que algo muy esperado y que trae una inmensa alegría, un momento de muchísimos cambios, caracterizado principalmente por la inestabilidad emocional.
Es por esto que es absolutamente esperable que la mamá experimente cambios de ánimo frecuentes y muy marcados, momentos de llanto intenso, irritabilidad o bronca, sensación de desborde (“no puedo con esto”, “la situación me supera”, “no pensé que sería así”), dudas sobre su nuevo rol de madre (“¿estaré haciéndolo bien?, “¿soy una buena mamá?), y síntomas físicos (ansiedad, insomnio, fatiga, entre otros).
Todos estos son sentimientos que parecen no ser compatibles con la imagen idealizada de la mujer que ha tenido un bebé hace unos pocos días, y en ocasiones se vuelve una suerte de exigencia social la expectativa de que la puérpera se encuentre en un estado de absoluta felicidad y armonía, en total conexión con su bebé y control de la situación, sosteniéndolo plácidamente en brazos al recibir la visita de sus allegados.
Justamente, al no ser de esta gama de sentimientos positivos que se suelen asociar a la experiencia de la maternidad, la nueva mamá suele sentir culpa, al creer que no debería sentirse así (ni siquiera por momentos), preguntarse si hay algo malo con ella, o si esta angustia que siente le hará daño a su bebé. Junto con la culpa, el temor a ser incomprendida por su entorno la puede llevar a aislarse u ocultar estos sentimientos, por miedo a lo que podrán decir de ella si se enteran que no se encuentra del todo feliz.
“No estés triste”: el consejo que culpabiliza
Cuando vemos a una mamá en estos momentos de angustia o llanto, las personas que estamos alrededor nos preguntamos qué hacer, qué decir, cómo ayudar. Es así que naturalmente y con las mejores intenciones buscamos «levantarle el ánimo», decirle que no esté mal, que no hay ningún problema porque su bebé está sanito, que tiene que enfocarse en todo lo hermoso que le está sucediendo, o que no se angustie porque le transmitirá todo ese malestar al bebé.
Los consejos que invitan a no estar triste, a no llorar o mirar lo positivo de la vida, si bien pueden ayudar en otras circunstancias o a algunas personas, en momentos de gran sensibilidad e inestabilidad emocional como el que atraviesa una madre reciente pueden generar en ella el efecto contrario de intensificar su malestar; al tratar esa angustia como algo que no debería estarle sucediendo. Para ponerlo en palabras sencillas, es como si la madre se dijese a sí misma: “además de que me siento mal, todos los demás me dicen que no me debería sentir mal, entonces, ¡me siento peor todavía!”. La culpa por no sentirse del todo feliz se hace más intensa, los temores y las dudas típicos de una madre primeriza se transforman en pensamientos por los que se califica como “mala madre”, y comienza a pensar que sólo a ella le suceden.
Juzgar menos, acompañar más
Es de vital importancia que las personas que se encuentran alrededor de una madre reciente tomen conocimiento de que todos los sentimientos y las formas de vivir la maternidad son igualmente válidos y únicos, y que la presencia de emociones aparentemente contrapuestas (por momentos felicidad y plenitud, por otros angustia y desborde) es parte natural del proceso de puerperio o postparto. Se trata de algo completamente esperable y temporario: con el tiempo la mamá se irá sintiendo más estable, más segura. Este conocimiento es el primer paso para brindar la ayuda y el acompañamiento que la mamá necesita.
¿Qué hacer? ¿Qué decir?
* En primer lugar, brindarle apoyo incondicional: esto es, que sepa que no está ni bien ni mal sentirse así, que lo que siente nunca es ni será incorrecto. Recordarle expresamente que esto que siente es muy común y esperable, que con el tiempo pasará y se sentirá más segura en su rol de mamá.
* Preguntar antes de asumir: si no sabes qué decir, qué necesita la madre en ese momento o cómo hacerla sentir mejor, preguntárselo con total honestidad (“¿quieres contarme lo que sientes?”, “¿puedo ayudarte en algo?”, “¿quieres decirme qué puedo hacer por ti?”) siempre será mejor recibido que un consejo apresurado (que puede reforzar aún más sus sentimientos de incapacidad o inutilidad).
* Dar contención física: no te preocupes por darle un gran consejo a modo de “receta”. A veces basta con abrazarla o sostener fuertemente su mano, escucharla y quedarse a su lado hasta que haya podido expresar todas las emociones y pensamientos contenidos.
* Ayudar en cosas prácticas: preferentemente tareas del hogar (fregar los platos, lavar la ropita sucia del bebé, preparar una comida o traer algo hecho al ir de visita). Es mejor liberarla de los quehaceres domésticos para que esté con el bebé siempre que pueda. También por momentos (sobre todo el padre), cuidar al bebé para que pueda darse una ducha, salir a caminar un rato, mirar televisión o dormir una siesta.
*Estar atentos a posibles motivos de consulta: es decir, si este malestar se vuelve muy intenso, se prolonga mucho en el tiempo (varios meses), si aparece en la mamá un descuido o un cuidado excesivo hacia el bebé. En estos casos, incentivar a la mamá y a la pareja a que consulten con un profesional, para que ayude a sobrellevar mejor este tiempo.
Más allá de la ayuda profesional, la comprensión y el apoyo de la pareja y los seres queridos es un componente importantísimo en la superación de la tristeza del puerperio y de la DPP (Depresión Post Parto) en sus diversos grados.