¿Por qué es tan importante adaptar la lista de necesidades del bebé a cada futura mamá?
Cada vez tenemos más acceso a información, opiniones, recomendaciones de todo tipo en cuanto a los productos del bebé y siempre me he preguntado si el acceso a tanta información ¿informa o desinforma?
Al quedarnos embarazadas por primera vez lo más probable es que no conozcamos sobre el mundo del bebé, lo que necesitamos, lo que no, los cambios que debemos hacer en casa, etc. Por eso lo más probable es que comencemos a “investigar” un poquito ya que pasa a ser algo que nos ocupa y nos preocupa. Queremos darle lo mejor a nuestro bebé, dentro de nuestras posibilidades pero con los pies en la tierra.
Aquí es cuando comenzamos a empaparnos de toda esa información, que tan a la mano tenemos, gracias a preguntar a nuestras amigas, ir a ver tiendas, hablar con otras mamás que han pasado por lo mismo, buscar en internet leyendo infinidad de webs, blogs, y opiniones. Al cabo de unas cuantas semanas, intentamos sacar ideas en limpio y lo más probable es que hayamos aprendido unas cuantas palabras que no conocíamos, pero que sigamos tan perdidas como antes.
Tenemos esa sensación, bastante fundamentada, de que no hay información objetiva, y debo decir, creo que esto es verdaderamente cierto. Por supuesto que no hay malas intenciones, eso queda descartado, pero dependiendo con quién estemos hablando la percepción será una u otra.
Pongo algunos ejemplos:
Al preguntar sobre cochecitos a una amiga, es lógico pensar que ella nos hablará de su experiencia, su cochecito es el mejor porque a ella le ha dado un resultado estupendo, nos comenta de las ventajas y hablando de comparación precio-calidad, resulta una maravilla. Pero ¿acaso ella ha probado unos 10 cochecitos distintos con su bebé hasta encontrar el que mejor le encajaba? O simplemente ha tomado una decisión a la hora de comprar y se siente satisfecha con su compra.
Al entrar en una tienda, para empezar vemos que obviamente, no tienen todos los cochecitos del mercado, un responsable ha realizado una selección de productos por muy diferentes razones (no siempre porque son los mejores) y nos muestras su selección. Dentro de estas opciones, sería mínimamente bueno que quien nos atiende nos hiciera unas cuantas preguntas sobre nosotros antes de recomendarnos uno u otro pero lo más probable es que nos recomiende el que en ese momento ve más factible de vender, porque es el que nosotros nos mostramos más interesados, o porque al interactuar con nosotros ve que nos puede llegar a gustar.
Y cuando entramos en internet nos encontramos con cantidad de blogs y webs que recomiendan una u otra marca simplemente porque son patrocinadores de esa marca. Por supuesto que nos contarán maravillas y no digo que no sean verdad, pero difícilmente encontraremos una comparativa objetiva de varios productos o simplemente nos cuenten además de las maravillas, las desventajas del producto o bien recalquen para que casos es una excelente elección y para que casos no lo será.
Así nos encontramos a la hora de escoger muebles o tipo de muebles, productos más importantes, accesorios o incluso a la hora de hablar si se necesita o no un determinado producto porque realmente la lista del bebé es muy, muy larga y nos cuesta mucho tomar conciencia de qué es lo que en verdad necesitamos.
Creo que el único producto del bebé que tenemos realmente más estudiado son las sillas de seguridad para el coche. En este caso sí que encontramos objetivamente información del RACC, o diferentes asociaciones que nos ayudan a determinar y evaluar los productos en particular calificando una serie de condiciones, así que aquí debo dejarlo claro, lo tenemos mucho mejor preparado.
Entonces… ¿Por qué hablo de personalización?
Como pareciera que no tenemos forma de recibir información objetiva, estoy segura de que la solución a la hora de escoger cada uno de los productos del bebé está ligada a dos factores fundamentales
- Aprender a identificar las propias necesidades
- Conocer las opciones que me puedan cubrir esas necesidades sin sobrepasarlas innecesariamente.
No todas las mamás, ni los papás, ni los bebés, tenemos las mismas necesidades y por eso es fácil pensar que no todos debemos utilizar los mismos productos. Cuando cogemos una recomendación de una amiga, una tienda o un blog, estamos cogiendo en el mejor de los casos (digo cuando no hay un interés de fondo), la experiencia de esa persona en función a sus propias necesidades, a la vida que lleva, a lo que hace en su día a día, a cómo es su casa, su forma de pensar o hasta las elecciones que hizo en torno a la crianza.
La clave está en personalizar, en pensar qué es lo que realmente necesitamos, cómo lo utilizaremos y por qué un determinado detalle de ese producto puede ser beneficioso o no para mí. También aprender a identificar aquellos detalles que si bien pueden no perjudicarme tampoco me harán una diferencia y no pagar por ellos.
No digo que es fácil, y estoy segura de que solas no podemos hacerlo, o bien porque nos cuesta identificar nuestras necesidades sobre aquello que no conocemos o bien porque cuando identificamos las necesidades no sabemos cuál es el producto que va a cumplirlas.
Por eso me permito decir que para solucionar esta disyuntiva estamos las personas que profesionalmente y de manera objetiva nos dedicamos a ayudar a muchas futuras mamás a encontrar su propia elección. No trabajar con marcas, no cobrar patrocinios, es la forma más genuina de ser objetivos y de ayudar verdaderamente. Una BabyPlanner tiene la capacidad de cumplir esos dos factores con cada mamá con la que trabaja: identificar cuáles son las necesidades y poder hablarle o recomendarle el producto que va a cumplirlas.