Ser madre y anfitriona de la cena de Noche vieja

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Siempre me ha gustado invitar amigos y familia en casa, siempre he disfrutado mucho preparando cenas, encuentros, cumpleaños. Me gusta arreglar la casa, tenerlo todo impecable, vestirme guapa, en fin ser una buena anfitriona.

Ser madre y anfitriona de la cena de Noche vieja

Las cenas y comidas de estos días son la excusa perfecta para las que disfrutan como yo de ser anfitrionas porque son ocasiones muy especiales en las que generalmente nos reunimos en una casa  e invitamos a unas cuantas personas, a veces incluso más de las que la mesa del comedor nos permite, pero es cierto que cuando nos convertimos en madres esas elegantes cenas que estábamos acostumbradas a preparar se hacen más complicadas.

¿Se puede ser madre de un bebé o niño pequeño y anfitriona?

Sería esperable que al principio prefieras que la celebración ocurriera en otra casa, que tú puedas ir como invitada, cuidar de tu bebé, no tener que ocuparte de todo y para los primeros años puede que sea una solución estupenda para que puedas disfrutar más. A las que nos gusta ser anfitrionas, aunque vayamos a otra casa, siempre estamos ahí para colaborar, ayudar a la dueña de casa a servir, con los últimos preparativos o incluso a recoger la mesa tras la cena, pero en definitiva siempre estaremos más liberadas que si fuera en nuestra propia casa y podemos excusarnos si el bebé necesita atención.

Con los años, los niños crecen y nos vuelven a picar las ganas de organizar las celebraciones en casa y allí es cuando lo que antes hacíamos a la perfección ahora cuesta mucho más. En primer lugar tu energía al llegar la noche no es la misma; en segundo lugar por más que la casa haya estado impecable siempre a último momento algo se ensucia, se desordena, o no hemos podido repasar; los tiempos ya no los manejamos como antes, sentimos que no tuvimos tiempo para arreglarnos nosotras o se hace la hora de la invitación y aún queda mucho por preparar en la cocina; no sabemos si dar de cenar antes a los niños o que compartan con nosotros (ambas opciones con sus pro y contras)… un sinfín de situaciones que antes no ocurrían y que nos permitía ser unas maravillosas anfitrionas de una elegante cena.

Este año, he decidido invitar en casa para la cena de noche vieja y la comida de año nuevo y a más a más encargarme de todo en lo que respecta a la parte culinaria (es normal que en estas cenas y comidas no sólo cocine la dueña de casa), aún no sé como saldrá todo esta noche pero aquí  os comparto mis secretos.

¿Cómo ser anfitriona y madre a la vez?

Como en todos los órdenes de la vida y más conociendo mi personalidad y hasta mi trabajo, la clave para mí está en la planificación pero también hay otros secretos que ayudan mucho.

  1. Planificar con tiempo todos los detalles es la base del éxito, puede que luego no salga según lo previsto pero también es importante planificar un “Plan B”. He pensado muy bien los platos a servir, los entrantes y el principal. He basado el menú en platos que no me requieran en la cocina a último momento más que para calentar una salsa o para dar un último toque. Distintos platos fríos de primero con una buena presentación pero que se puedan hacer por la mañana y tener en la nevera, un caliente de cocción muy lenta que sólo requiera un toque de calor en horno a último momento y un postre frío y que además es comprado. Por supuesto también las uvas y las confituras navideñas que también requieren una preparación que puede ser previa. Una vez planificado el menú lo desmenucé en ingredientes y me hice varias listas de acuerdo a los sitios de compra. Todo lo que pude comprar previamente lo hice con dos semanas de antelación, incluidas las bebidas y todas las confituras. La carne la encargué y pasé a buscar el sábado (porque debía adobar el domingo) y lo de fresco lo dejé para esta misma mañana y fui a primera hora. También había pensado en la mesa, la vajilla a utilizar, la decoración a colocar, comparada y armada con tiempo. En fin todo planificado.
  2. Contar con ayuda para los niños. Resulta indispensable que para cocinar y preparar la casa, los niños no estén pidiendo mi atención o dando vueltas a mi alrededor. Por suerte el papá está de vacaciones estos días y se ha ocupado de que por la mañana y mediodía los niños estén atendidos y divertidos. Aproveché esas horas para cocinar y ahora mientras la carne está en el horno aún me queda tiempo para contaros cómo lo hago.
  3. No presionarme, ni esperar la perfección. Estoy convencida que algo fallará, faltará o que deberé correr a último momento para terminar. Pero no es una cena cinco tenedores y los amigos que recibo hoy en casa son de suma confianza. Muchas veces nosotras mismas nos exigimos que todo salga maravillosamente pero los invitados ni se esperan tanto, ni les preocupa que no todo esté perfecto. Cuando nos ponemos expectativas altísimas es mucho más probable fracasar.
  4. Una vez que llegó la hora, aunque tengamos que servir a los invitados, recoger o trabajar un poquillo, lo más importante es disfrutar. Siendo mamás las fiestas se disfrutan mucho y también es importante tener tiempo para estar con ellos, para que esta cena especial también sea de ellos y para hacerlos partícipes de esta noche. Todo lo que hemos trabajado hasta este momento sólo valdrá la pena si al terminar sentimos que hemos disfrutado también nosotras mismas.

No sé si lo lograré pero que lo disfrutaré seguro porque adoro ser anfitriona, todos estos días, todo este trabajo, la mañana de hoy con nervios y muy cargada me da mucha energía. Finalizo el 2018 y comienzo el 2019 feliz de tener lo tengo, de ser quien soy y de disfrutar trabajando para los míos.

Felicidades a todas!! 

El resultado

Lo cierto es que he corrido como una loca todo el día. Trabajé muchísimo. Por la mañana en la cocina, luego acomodé la mesa por la tarde pero aún faltaba mucho por hacer. Volví a la cocina por pendientes que no podía hacer con mucha antelación, y cosillas que me habían quedado como preparar las uvas. Los niños durmieron menos de lo que me hubiera gustado pero se portaron bastante bien por la tarde (mi marido había salido un rato por la tarde por lo que había había quedado al mando de todo). Una vez que terminé nuevamente en la cocina, los bañe y preparé bien guapos. Se me hicieron las 19:30 y aún yo seguía en ropa de estar por casa. Allí fue cuando me dediqué a mí y al finalizar ya era la hora de comenzar y todo estaba listo.

La organización de la cena

Mientras yo me preparaba cenó el pequeñín porque sabía que no aguantaría más de las 20:30 hs sin morir de hambre y ponerse fastidioso.

Los invitados llegaron a las 20:30 y los niños (los míos más un amiguito) se fueron a jugar. Los adultos tomamos un aperitivo, y luego nos sentamos a la mesa. Comimos los entrantes tranquilamente, conversando y recién llamamos a los niños que nos acompañaron para el principal. Así compartimos con ellos la mesa y la charla pero sin hacérsela interminable y habiendo jugado previamente. Estoy segura de que fue una decisión súper acertada para todos.

Cuando senté a la mesa a los don niños de 5 años, envié al pequeñín a dormir, eran pasadas las 22:30 y ya no podía con su alma, aunque estaba radiante de contento jugando con los niños mayores. Bibi y a dormir en su cuna.

Fue una noche estupenda para todos. Reímos, cantamos, conversamos mucho, vimos a los niños disfrutar, jugar y hasta cantar villancicos para nosotros.

Algo que debía haber planeado y no lo hice…

Despedí a los invitados a las 5 am y mi pequeñín como cada mañana 7 en punto se despertó. ¡Qué manera de comenzar el año! sin sueño pero feliz. Por suerte por la mañana salieron todos de casa al parque y me tiré un ratito antes de volver a recibir invitados para comer.

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